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Las estrellas del ‘College Basketball’ exigen salario

Los deportes universitarios estadounidense son un negocio que generó beneficios de 1,300 millones de dólares en el año fiscal 2023. Unas cifras al alza, ya que en 2021 y en 2022 rondaron los 1,100 millones.

Chicago. – Un sindicato para los deportistas universitarios de Estados Unidos. El primer pasó lo dio el equipo de baloncesto de Dartmouth, en Nuevo Hampshire. Piden que la universidad les reconozca como trabajadores. Exigen salario y condiciones laborales pertinentes.

La NCAA, el organismo que rige el deporte universitario de EEUU, tuvo beneficios de 1,300 millones en el último año fiscal. Su actual formato, en peligro.

A principios de marzo, trece de los quince jugadores del equipo de baloncesto de Dartmouth, una de las mejores universidades de Estados Unidos y miembro de la Ivy League, votaron a favor de la inscripción en un sindicato que tutele sus derechos como trabajadores, según refleja un informe publicado por la Junta Nacional de Relaciones Laborales del país.

Una directora regional de este organismo, Laura Sacks, consideró que los jóvenes jugadores son trabajadores y tienen derecho a estar representados por un sindicato. Los deportistas pretenden que la universidad les pague un salario por su trabajo como jugadores de baloncesto y que también les reconozca beneficios, como seguro médico, como parte de su relación laboral.

De conseguirlo, el sistema del deporte universitario, un negocio millonario para las universidades, la NCAA y las televisiones, podría vivir una auténtica revolución.

Porque entre los deportistas universitarios hay un creciente malestar por ser, con su talento, la parte imprescindible de este negocio y a la vez por poder beneficiarse sólo muy parcialmente de esto a nivel económico.

Los jóvenes talentos pueden firmar contratos de patrocinio por su ‘nombre, imagen y semejanza’ gracias a los denominados contratos NIL, aprobados en 2021, pero quieren más.

Sin embargo, la universidad de Dartmouth defiende que sus deportistas no pueden ser considerados como trabajadores sino como estudiantes y está decidida a tomar medidas legales.

«Seguimos negociando con buena fe con varios sindicatos que representan a los trabajadores de Dartmouth, pero nuestra responsabilidad para las futuras generaciones de estudiantes requiere que exploremos todas nuestras opciones legales para luchar contra el error legal de la director regional», aseguró la universidad en una nota recientemente recogida por los medios estadounidenses.

La NCAA consigue beneficios de 1,300 millones

Los deportes universitarios estadounidense son un negocio que generó beneficios de 1,300 millones de dólares en el año fiscal 2023. Unas cifras al alza, ya que en 2021 y en 2022 rondaron los 1,100 millones.

Estadios llenos y números de seguimiento en televisión enormes que hicieron que CBS/Turner firmara en 2010 un contrato de 10,800 millones para hacerse con los derechos de la ‘March Madness’ hasta 2024, un acuerdo luego prolongado hasta 2024 por 8,800 millones más.

Un negocio redondo del que hasta junio de 2021 quedaban casi completamente excluidos sus principales protagonistas, los deportistas, que al ser estudiantes aficionados no podían beneficiarse económicamente de los resultados de su talento. Todo eso cambió cuando el Supremo estadounidense estableció que, aunque no reciban sueldo, los deportistas universitarios tienen derecho a beneficiarse de los derechos de venta de su imagen.

Se abrió entonces la época de los contratos NIL, denominados de esta forma por ‘Name, Image and Likeness’ (Nombre, Imagen y Semejanza).

Los NIL, la primera vía legal

Se trató de un cambio radical y necesario tanto para las grandes figuras del deporte universitario como para chicos y chicas menos conocidos a nivel nacional o internacional, pero sí muy queridos en sus comunidades.

En la categoría de estrellas ya globales está Caitlin Clark, estrella de Iowa en el baloncesto NCAA y próxima número uno en el draft de la WNBA. La jugadora estadounidense es una de las figuras más codiciadas por las grandes marcas. Firmó contratos NIL con Nike, Gatorade o StateFarm, por un valor estimado por los medios estadounidenses en más de tres millones de dólares.

Unas cifras que chocan con el salario al que tendrá acceso en la WNBA, donde su sueldo inicial será de poco más de 75,000 dólares anuales.

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