SALUD

Aprende a controlar el dolor crónico con una buena nutrición

No solo la nutrición, también el descanso, el sueño, la actividad física o la vida sexual en las personas con dolor crónico son fundamentales para intentar calmarlo y prevenirlo.

Así se recoge en la guía “Autocuidado en las personas con dolor”, coordinada por la enfermera Manuela Monleón, especialista en enfermería familiar y comunitaria y doctora en cuidados de la salud, en colaboración con la compañía farmacéutica Grünenthal.

La publicación promueve de manera sencilla el desarrollo de una “conducta analgésica” para combatir el dolor, es decir, “qué pueden hacer para estar mejor y convivir con la enfermedad, lo que repercutirá en la salud y la autonomía del paciente”, explica la enfermera.

Las personas que presentan cualquier problema de salud crónico, como es el caso de las que padecen dolor de forma permanente, necesitan adoptar las medidas para lograr el mayor nivel de autonomía y de calidad de vida que la situación de la enfermedad permita, señala la guía.

Nutrición contra el dolor crónico

No es solo alimentarnos, sino nutrirnos y eso significa que nuestro organismo absorba, transforme y utilice los nutrientes de los alimentos para obtener la energía necesaria para vivir.

Diferentes problemas de salud están relacionados con una inadecuada alimentación y algunas enfermedades y el dolor pueden agravarse por este mal hábito, advierte la guía.

¿Qué se debe evitar?

  • Dietas “milagrosas”: El plan de alimentación debe ser individual y adaptado a cada persona. Por este motivo es aconsejable pedir asesoramiento a un profesional especializado en nutrición.
  • El sobrepeso y la obesidad: Un peso elevado sobrecarga las articulaciones, promueve las malas posturas y favorece la aparición de dolor y otras enfermedades. Hay que ajustar la dieta a las necesidades reales (peso, talla, ocupación, etc), asegurando de que contiene los nutrientes que necesitamos diariamente.
  • Hábitos tóxicos: Se recomienda evitar el consumo de alcohol, tabaco y otro tipo de drogas.
    Los hábitos tóxicos aumentan la inflamación, el dolor en ciertas enfermedades y crean dependencia.
  • Las grasas saturadas y trans: podemos encontrarlas en la mantequilla, alimentos precocinados, aceites vegetales hidrogenados, aceite de girasol y aceite de cártamo. Reducir las grasas saturadas y trans, además de ayudar a controlar los niveles de colesterol y triglicéridos, disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares y los procesos inflamatorios.

¿Qué alimentación hay que llevar?

Para llevar una alimentación equilibrada y nutritiva es necesario:

  • Cuidar la microbiota intestinal

La microbiota intestinal es única y varía en función de factores modificables como los hábitos alimenticios; fármacos utilizados; entorno y medio de vida; sobrepeso/obesidad; y otros no modificables como la genética, anatomía del tracto gastrointestinal, edad gestacional, tipo de parto y edad de la persona.

Por eso es bueno consumir alimentos ricos en probióticos: yogur natural, chucrut, soja fermentada, kombucha, kéfir, pan de masa madre, encurtidos (pepinillos, cebolletas…), entre otros, apunta la publicación.

Algunos estudios relacionan los probióticos con la inflamación y se considera que contribuyen a reducir el dolor abdominal en el síndrome de intestino irritable.

  • Polifenoles

Los polifenoles tienen propiedades antioxidantes, efectos vasodilatadores y ayudan al control del colesterol y los triglicéridos. Una nutrición rica en estos compuestos puede mejorar la salud y disminuir el dolor crónico y la incidencia de otras enfermedades.

Infografía de la guía “Autocuidado en las personas con dolor”. Foto cedida
  • Omega 3

Los ácidos omega 3 ayuda a reducir la inflamación y mejoran el sistema inmunológico, según la guía “Autocuidado en las personas con dolor”.

Salmón, sardinas, nueces o aguacates son algunos de los alimentos que los contienen.

  • Vitaminas y otros micronutrientes

Vitamina D: tiene un papel importante en el sistema nervioso, muscular e inmunitario, y es fundamental en la mineralización de los huesos en todas las edades. Además, es antioxidante y su déficit se asocia con la fatiga muscular.

Los expertos recomiendan tomar 10-15 minutos diarios de sol en brazos y piernas y consumir alimentos como pescado azul, hígado de vaca, leche y otros lácteos y yema de huevo.

Vitamina B12: interviene en procesos neurológicos relacionados con el dolor. Se encuentra en alimentos como carne, hígado vacuno, carne de ave, huevos, pescado y almejas y leche y productos lácteos.

Magnesio: su déficit se asocia con espasmos musculares, inflamación y dolor neuropático.

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